miércoles, 8 de mayo de 2013

ACTIVIDAD 19 "Cambiar final al cuento EL RIO"


El río
Julio Cortázar

Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa, casi siempre en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del que apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando dices cosas así, eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño que otra vez me tira hacia abajo. Entonces está bien, qué me importa si te has ido, si te has ahogado o todavía andas por los muelles mirando el agua, y además no es cierto porque estás aquí dormida y respirando entrecortadamente, pero entonces no te has ido cuando te fuiste en algún momento de la noche antes de que yo me perdiera en el sueño, porque te habías ido diciendo alguna cosa, que te ibas a ahogar en el Sena, o sea que has tenido miedo, has renunciado y de golpe estás ahí casi tocándome, y te mueves ondulando como si algo trabajara suavemente en tu sueño, como si de verdad soñaras que has salido y que después de todo llegaste a los muelles y te tiraste al agua. Así una vez más, para dormir después con la cara empapada de un llanto estúpido, hasta las once de la mañana, la hora en que traen el diario con las noticias de los que se han ahogado de veras.
Me das risa, pobre. Tus determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de tournées de provincia, uno se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas y ajetivos y recuentos. Merecerías a alguien más dotado que yo para que te diera la réplica, entonces se vería alzarse a la pareja perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento más precario, para sobrevivir todavía y volver a empezar y perseguir inagotablemente su verdad de terreno baldío y fondo de cacerola. Pero ya ves, escojo el silencio, enciendo un cigarrillo y te escucho hablar, te escucho quejarte (con razón, pero qué puedo hacerle), o lo que es todavía mejor me voy quedando dormido, arrullado casi por tus imprecaciones previsibles, con los ojos entrecerrados mezclo todavía por un rato las primeras ráfagas de los sueños con tus gestos de camisón rídiculo bajo la luz de la araña que nos regalaron cuando nos casamos, y creo que al final me duermo y me llevo, te lo confieso casi con amor, la parte más aprovechable de tus movimientos y tus denuncias, el sonido restallante que te deforma los labios lívidos de cólera. Para enriquecer mis propios sueños donde jamás a nadie se le ocurre ahogarse, puedes creerme.
Pero si es así me pregunto qué estás haciendo en esta cama que habías decidido abandonar por la otra más vasta y más huyente. Ahora resulta que duermes, que de cuando en cuando mueves una pierna que va cambiando el dibujo de la sábana, pareces enojada por alguna cosa, no demasiado enojada, es como un cansancio amargo, tus labios esbozan una mueca de desprecio, dejan escapar el aire entrecortadamente, lo recogen a bocanadas breves, y creo que si no estaría tan exasperado por tus falsas amenazas admitiría que eres otra vez hermosa, como si el sueño te devolviera un poco de mi lado donde el deseo es posible y hasta reconciliación o nuevo plazo, algo menos turbio que este amanecer donde empiezan a rodar los primeros carros y los gallos abominablemente desnudan su horrenda servidumbre. No sé, ya ni siquiera tiene sentido preguntar otra vez si en algún momento te habías ido, si eras tú la que golpeó la puerta al salir en el instante mismo en que yo resbalaba al olvido, y a lo mejor es por eso que prefiero tocarte, no porque dude de que estés ahí, probablemente en ningún momento te fuiste del cuarto, quizá un golpe de viento cerró la puerta, soñé que te habías ido mientras tú, creyéndome despierto, me gritabas tu amenaza desde los pies de la cama. No es por eso que te toco, en la penumbra verde del amanecer es casi dulce pasar una mano por ese hombro que se estremece y me rechaza.  




Cuanto duele el desprecio,  de una caricia negada, para quien sufre del frío de la soledad, con la piel desnuda al viento, intentando por llamado de compasión, mirarte fijamente a los ojos, pero a veces pienso, que en verdad nos falta valor, sí, mucho valor internamente sincero, para poder hablar libremente, sosteniendo esa mirada olvidada, sin tener por ello, que derramar frente a frente, una sola lágrima tardía de arrepentimiento, tomándonos las manos, pidiéndonos mutuamente, perdón. Para quien te amó durante tantos años, juntos, no queriendo ahora, recordar sentidamente su presencia habida en tus brazos, al darme la espalda, cuando mas necesito de tu comprensión, para aprender a sobrevivir tu abandono, pero al parecer no te importa, ya nada, ni siquiera saber, del dolor que por tu ausencia persiste en mi pecho, con visibles tristezas del alma en mis ojos, espejo y reflejo de la vida sufrida que llevé a tu lado.
 Cuanto duele el desprecio, para quien lo padece cada amanecer al despertar, con las ganas vivas de poseer nuevamente en sus brazos a la mujer amada, la que sigue desvelando sus pasiones prohibidas en silencio, viéndola dormir tranquilamente semidesnuda sobre una cama impecablemente vestida de blanco, mientras otra noche, por demás de hermosa, se pierde para siempre, con el andar lento de sus horas, inconmovible, sin tener compasión ni piedad, como presagiando el final.





REFERENCIA BIBLIOGRAFICA:

Cortázar Julio. "El río". Buenos Aires, Alfaguara, 1997

Actividad 18 "CAMBIAR EL FINAL A PINOCHO EL ASTUTO"


Actividad 18
PINOCHO EL ASTUTO

Pinocho cada que se cortaba un buen trozo de nariz iba acumulando toda la madera en un cajón viejo que era de su abuelito. Al pasar 2 años Pinocho seguía mintiendo, el cajón ya estaba sumamente lleno. Por la mañana de un día lunes Pinocho recibió un telegrama que decía: “Tu estas embrujado, debes vender toda la madera que haz quitado de tu nariz a la bruja Gargaleta y así dejaras de ser un mentiroso”.
Pinocho se sorprendió al leer el telegrama, la noche de ese día Pinocho no logro descansar debido a que solo pensaba en el mensaje del telegrama. Al levantarse el día martes decidió ir a entregar la madera a la bruja Gargaleta, tomo su caballo y amarro el cajón a la amarradura del caballo, antes de subirse al caballo Pinocho se guardo un puño de monedas de oro para lo que se le ofreciera por el camino.
Al montarse al caballo, avanzaba rápidamente por el campo, a su alrededor veía hermosas flores, mariposas y uno que otro conejillo por ahí. Al llegar a la puerta de la casa de la bruja Pinocho no estaba decidido a entrar debido a que tenía miedo.
Al abrir la puerta de la casa se escucho un fuerte grito que decía: “PINOCHO, VEN AQUÍ TE ESTOY ESPERANDO”, la voz era de la bruja. Pinocho jalo el cajón hacia la casa de la bruja, la bruja al ver el cajón corrió rápidamente hacia donde estaba Pinocho y le dijo: Dame esa madera y dejaras de mentir, inmediatamente Pinocho le entrego el cajón con madera a la bruja. En el momento en que la bruja agarro el cajón la nariz de Pinocho se hizo pequeña el sorprendido le dio las gracias por haber recibido el cajón y haberlo hecho buena persona. Pinocho se sentía muy agradecido con la bruja y como símbolo de agradecimiento le regalo las monedas que traía en su pantalón. Cuando la bruja recibió las monedas, su piel comenzaba a rejuvenecer, la bruja sonreía y después de 5 minutos la bruja tenía una apariencia física muy agradable parecía ser un ser humano como cualquiera de nosotros. Finalmente Pinocho salio de la casa de la bruja sin una nariz larga y la bruja con una piel hermosa. Los dos después de esto tuvieron una vida llena de sorpresas y alegrías y vivieron felices para siempre.

Referencia bibliográfica:
Rayuela. Cap. 68.  JUGANDO CON LOS TEXTOS. Julio Cortázar.pp 95-115.

martes, 7 de mayo de 2013

ACTIVIDAD 17 "UNA HISTORIA ENTRE CUATRO"


ACTIVIDAD 17                       

UNA HISTORIA ENTRE CUATRO

EL MISTERIO DE TONY

Había una vez una niña muy hermosa llamada Perla, ella tenía el cabello rubio muy largo medida 2 metros, a Perla le gustaban mucho los gatos, en su casa de diamantes vivía con un hermoso gato llamado Tony. Todas las mañanas cuando Perla salía al río a nadar, siempre llevaba en su brazo a Tony, cuando Perla se metía a nadar Tony la esperaba sobre un arbola gigante, el dormía y se lambía sus patas, mientras Perla nadaba a lo largo del río.
Después de un gran rato de que Tony había estado en aquel gigante árbol, desapareció, Perla al no verlo por ningún lado, espantada y llorando corrió a su casa a pedir ayuda a su madre a encontrar al animalito al que tanto quería. Su madre al ver la desolación de su hija dejo de lavar la ropa y fue con ella a aquel lugar donde la encantaba nadar. Vieron que el gran y hermoso árbol tenía un gran agujero en medio, así que de pronto la mamá de Perla le pidió que esperara mientras ella iba a su casa por un hacha para hacer más grande el agujero. Pero se dio cuenta que esté era un gran pasaje secreto pues cuando entró vio un camino con escaleras hacia abajo y al fondo una luz que brillaba con intensidad, ella decidió ir a buscar a Tony pues sabia que esté era muy valioso para su hija.
Cuando iba directo a la luz veía que rastros de pan estaban regados por todo el pasillo, cuando llego al final del pasillo encontró una puerta con un sistema muy curioso pues había ramas, números y dibujos de animales. Y cuando abrió la puerta se encontró con un doctor  que se llamaba Cesar Blown, esté doctor se había dado cuenta de que Tony tenia una enfermedad muy extraña y había decidido curarlo pero cuando por fin había tenido a Tony en sus manos se dio cuenta que la enfermedad había avanzado mucho, el doctor le entregó a Tony que estaba casi agonizando y este al verla sonrío y de pronto se curó y la enfermedad desapareció y fueron felices.

FIN

NO TIENE REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA PORQUE LO ELABORE YO.

jueves, 2 de mayo de 2013

ACTIVIDAD 15 CAMBIA EL FINAL DE UNA OBRA LITERARIA


ACTIVIDAD 15

……………….. Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo de poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna” Vale.



En cierto momento, Don Quijote se puso detrás de su hermano y clavó su espada en el costado izquierdo de Sancho Panza. Luego, salió corriendo hacia la torre. Dulcinea, que había visto todo, esperó a que Quijote subiera las escaleras para bajar y librarse de la torre. Cuando esto sucedió, ella corrió hacia donde Sancho Panza estaba y lo besó para deshacer el hechizo que la mantenía encerrada en el castillo. Al instante, el dragón desapareció y dejó tranquilos a los caballeros (pues habían estado luchando contra el dragón). Dulcinea se enojó mucho con Quijote, por lo que había hecho y le dijo que iba a tener que ahorcarlo por intento de asesinato, pero él suplicó.
Su hermano sabía que él odiaba tener que hacer las tareas del hogar. Entonces le dijo a Dulcinea que ése sería el castigo indicado. Entonces ella aceptó y Don Quijote se convirtió en el sirviente del rey.
Segundos después, la princesa curó la herida del caballero y éste se enamoró de ella. Se casaron y fueron felices por siempre.



REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:

DON QUIJOTE DE LA MANCHA, Miguel De Cervantes Saavedra. EDITORIAL. Oveja negra

ACTIVIDAD 14 CAMBIALE FINAL A UN CUENTO


ACTIVIDAD 14

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!



- Son para sonreírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡que tienes en esa cajita de tu mano!
- Es un hermoso anillo para una hermosa Caperucita.
Diciendo eso, Caperucita Roja sonrío y observó que quien estaba en la cama no era su abuela, sino el lobo.
Al salir el lobo de la cama, zarpo hacia Caperucita Roja.
Ella sorprendida dijo, ¿Qué pasa hermoso lobito?
El lobo se hincó y dijo: Caperucita, Caperucita eres la flor que tanto yo había buscado.
Estiro su mano con la cajita y dijo, ¿Quieres casarte conmigo Caperucita?
Caperucita un poco sonrojada, le dijo: - claro lobito, acepto casarme con este fuerte y feroz lobito.

Después se dieron un lindo y caluroso abrazo, salieron de la casa de la abuela brincando de gusto, los dos de la mano.
Pasando un tiempo Caperucita Roja y el Lobo, tuvieron una hermosa boda, la abuelita fue la madrina… y después de 1 año caperucita y el lobo construyeron su casita de teja y paja y vivieron felices para siempre.
FIN


Referencia bibliográfica:

Le Petit Chaperon Rouge ("La Caperucita Roja")7 8 dentro de Histoires et contes du temps passé, avec des moralités. Contes de ma mère l'Oye ('Historias y cuentos del pasado con moralejas. Cuentos de mi madre la Oca')9 en 1697 por Charles Perrault.

ACTIVIDAD 13 CUENTO DIMINUTIVO


ACTIVIDAD 13

MINI CUENTO


Érase una vez un pensador penoso que sin pensarlo tomó penicilina, aunque no le dolía nada. Fue a buscar a su amigo Península y a su hermano Peninsular. Jugaron en la penitenciaría a pensar pensamientos.

          El pensativo jefe de la penitenciaría se cayó y tuvo una pensión depensionista. Más tarde fueron a jugar con Pensar, su otro amigo.


No tiene referencia bibliográfica porque lo elabore yo.

ACTIVIDAD 11 IDEA O ARGUMENTO DISPARATADO

ACTIVIDAD 11




LA CABEZA DE HIERBA

Un peluquero se quedo calvo. No le valió ninguna loción. Se cubría su cabeza con una peluca, pero a pesar de todo se  sentía muy desgraciado por ser un peluquero calvo.
Su mujer se compadeció de él. Pensó: “hay que probar todo”, y a escondidas le llevó a su marido el frasco de loción con un abono líquido para plantas.
Una semana después le empezó a crecer al peluquero un poco de hierba verde en la cabeza.
La gente de la ciudad se asombraba, y estaba entusiasmada. Enseguida se puso de moda la cabeza de césped. Pero el pelo de hierba solo crecía en las autenticas cabezas calvas. Para todas las demás el abono no daba resultado. Tenían que llevar una peluca imitando hierba, o teñirse de verde su cabello normal. Pero, enseguida se veía quien tenia una buena cabeza de hierba y quien no. Por eso la gente que tenia una cabeza de césped natural era muy envidiada por los demás.
Sin embargo, las autenticas cabezas de hierba había que protegerlas de las vacas, caballos, ovejas y otros animales herbívoros. Por eso ya no iban tanto al zoológico. A uno de ellos un canguro gigante le había vuelto a dejar calvo.


No tiene referencia bibliográfica porque lo invente yo.

Itzayana ugalde ruiz